Difícil arte el de las portadas. Hoy no de tebeos (siempre me quedaría con Watchmen...), sino de discos.
No voy a hacer una busqueda exhaustiva sino a poner las primeras que me vengan a la memoria como las mejores.
A ver...
Puedo ver tu casa desde aquí. Irreverente, graciosa, pegadiza, inolvidable y, como buena portada, puede tener dentro muchas historias distintas. ¿La música? No la recuerdo. Nunca fui muy de Camel. Además no ha envejecido demasiado excepto el casco del astronauta que es muy años setenta.
Una clásica más vista pero a la que tengo mucho cariño porque a menudo la uso en conferencias.
¿Crisis? ¿Qué crisis?
Total. Y de una actualidad estremecedora. Creo que representa Europa y su estado del bienestar (ja, ja). ¡Qué curioso! Las crisis: 1929, 1973, 1992, 2001, 2008. ¡A ver si va a ser verdad que el tiempo se va acelerando a medida que nos acercamos al Fin del Mundo, como se sostiene en Los invisibles! ¿La música? Mala, mala.
Ya sabéis que soy muy del minimalismo. Tal vez por esto, me quedo con la portada de Veneno
Simple, directa, rápida, como esnifar éter. Y sin embargo, como buen objeto posmoderno, funciona a varios niveles, ya que si os fijáis un poco más se trata de una tableta de hachís marcada al fuego, o tal vez es de chocolate, que es veneno para el hígado y para tu corazón. La música no se si es buena pero junto con otro puñado de discos como La Leyenda del Tiempo, de Camarón, marcó el comienzo del fin del aislamiento repetitivo y tardofranquista del flamenco, la rumba y otros sones que me son muy queridos y que hasta entonces estaban confinados al ghetto tradicionalista y folclórico.
Y por último, Noche perfecta en Londres
Aunque hay que ser un icono del rock para que un primer plano de tu rostro sesentón funcione como concepto. ¿La música? Un paseo por el lado bestia.
Claro que se puede juzgar a un libro o a un disco por su portada. Por supuesto que se puede. Lo que pasa es que te equivocas mucho.
Una clásica más vista pero a la que tengo mucho cariño porque a menudo la uso en conferencias.
¿Crisis? ¿Qué crisis?
Total. Y de una actualidad estremecedora. Creo que representa Europa y su estado del bienestar (ja, ja). ¡Qué curioso! Las crisis: 1929, 1973, 1992, 2001, 2008. ¡A ver si va a ser verdad que el tiempo se va acelerando a medida que nos acercamos al Fin del Mundo, como se sostiene en Los invisibles! ¿La música? Mala, mala.
Ya sabéis que soy muy del minimalismo. Tal vez por esto, me quedo con la portada de Veneno
Simple, directa, rápida, como esnifar éter. Y sin embargo, como buen objeto posmoderno, funciona a varios niveles, ya que si os fijáis un poco más se trata de una tableta de hachís marcada al fuego, o tal vez es de chocolate, que es veneno para el hígado y para tu corazón. La música no se si es buena pero junto con otro puñado de discos como La Leyenda del Tiempo, de Camarón, marcó el comienzo del fin del aislamiento repetitivo y tardofranquista del flamenco, la rumba y otros sones que me son muy queridos y que hasta entonces estaban confinados al ghetto tradicionalista y folclórico.
Y por último, Noche perfecta en Londres
Aunque hay que ser un icono del rock para que un primer plano de tu rostro sesentón funcione como concepto. ¿La música? Un paseo por el lado bestia.
Claro que se puede juzgar a un libro o a un disco por su portada. Por supuesto que se puede. Lo que pasa es que te equivocas mucho.
2 comentarios:
Las 2 primeras son míticas. A mí sí me gustaban los Camel, aunque el rock sinfónico ha envejecido mal. Y la de Supertramp es la mejor respuesta a la actual crisis, palabra que puede asaltarte hasta cuando estás sentado en la taza del water.
La vaca de Pink Floyd y el pobre señor de la corte del rey carmesí.
Esas siguen entre mis favoritas
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