domingo, 26 de abril de 2009

La rana marrana


El Amazonas no es un río, es un rebaño caótico de torrentes que más o menos van desde desde Los Andes hasta El Mar. Más o menos a medio camino, acaba una meseta y el rebaño rebosa, se desploma hasta el siguiente nivel en una orgía de saltos, cascadas, cataratas. La selva es verde muy oscuro, de un verde siniestro, casi negro, sin duda venenoso. Y la fauna, ¡ah, la fauna! rara, alienígena, allí sin luz y siempre mojados y entre el verde.

En particular hay una rana. Los especímenes varían mucho en color y tamaño. En seguida veremos porqué. Los indios la llaman cómo quieren y cuando traducen el nombre al portugués. es algo así como Rana Montonerinha. Los científicos europeos, más prosaicos e ignorantes en su momento de la particularidad que la hace única, la designaron Rana Parvula Amazoniensis.



Su color varía en el tiempo siguiendo patrones complejos relacionados con la época de celo y la receptividad del especimen al contacto sexual.

Lo que distingue a esta especie es que tiene un comportamiento sexual triploide. Me explico: En vez de dos sexos, hay tres, que podemos denominar aquí medio jocosamente, macho, hembra y mamporrer@. Llamamos así a este último, no por los mamporros en sí sino como homenaje al necesario, pero no dignificante ni bien pagado, oficio tradicional.

La genética que subyace a este improbable comportamiento es tal vez demasiado compleja para esta página. Baste decir aquí que los gametos tienen un tercio de la dotación cromosómica de un individuo adulto y que el cigoto se forma por la unión de tres gametos, uno por cada individuo del trío. Cierto es que esta genética parece no estar muy bien conseguida y se producen individuos estériles en un porcentaje inusualmente alto, así como anormalidades cromosómicas que resultan en individuos no viables y más a menudo en malformaciones. Tal vez por esto es tan raro este tipo de especie en el reino animal, gobernado por la impía ley de la supervivencia de los más aptos.

Veamos cómo describía la cópula en 1912 Daniel Thorens (1888-1926), naturalista danés que fue el primero en observarla (aunque su texto inédito no fue creído hasta que veinte años más tarde, Wittgen pudo mostrar una serie de fotos inequívocas, así como un análisis genético de la ranita):

En la estación de las lluvias, todas las tardes se produce el mismo fenómeno. Apenas empieza la tormenta a repiquetear sobre las lascivas hojas de la selva, como un tambor lúbrico llamando al apareamiento, que los machos salen de sus escondites y comienzan con sus cantos sexuales y con el espectáculo impúdico del cambio de color de sus papadas. Este cambio de color se produce gracias a la acción de unas células [...] Al cabo de unos minutos de cantos, de pequeños huecos en los árboles y en el suelo, empiezan a asomar las que creíamos las hembras, de mucho menor tamaño que los machos. El macho elige una de entre las que se acercan y esta -afortunada o no- criatura que llamamos facilitadora, se sube a horcajadas sobre él ayudándose de las ventosas de sus dedos para no caerse cuando el macho comienza a correr y a saltar hacia el agua, donde está lo que le falta para completar su objetivo [...]





En las charcas, las hembras chapotean nerviosas cuando empiezan a llegar los jinetes sobre sus monturas y tras un toma y daca de coqueterías y cortejos y bastante demostración de fuerza por parte del macho, se produce la amplexa [cópula]. Cuando el macho está ya totalmente sobre la hembra, prácticamente cloaca contra cloaca, asistimos a un fenómeno increíble. La facilitadora abandona la espalda del macho y empieza a -lo que sólo podemos describir como- masajear las cloacas de ambos consortes, a la vez que expulsa una especie de moco que recubre los huevos que va expulsando la hembra y se mezcla con los fluídos del macho. [...] No podemos sino intuir el propósito de tan sorprendente práctica. Puede que la facilitadora no sea más que una hembra no dominante que no ha desarollado caracteres sexuales secundarios y que tiene el rol subordinado de contribuir a la cópula ayudando y proporcionando con su albumen alimento para la progenie de su más afortunada congénere […] pero intuyo que nos hallamos ante algo más sorprendente, algo sin parangón en el reino animal, una especie con tres sexos adultos: el macho, la hembra y la facilitadora, y que los tres son imprescindibles para la cópula y para la formación de los renacuajos. Necesitaremos mucho análisis para comprobar si esta loca ocurrencia mía puede tener algo de verdad, pero hay que ver estos tres tipos de individuos, escucharlos cantar, olerlos, ver su comportamiento, para comprender que los tres alcanzan la plenitud en el frenesí de la cópula.

Y uno no puede sino preguntarse, con más curiosidad que deseo, cuán distinto sería nuestro mundo si como la montonerinha, el Homo Sapiens tuviera tres sexos. ¡Qué infinitas permutaciones de lujuria, de infidelidades, de equívocos, de estructuras de poder! Si el noble arte de la seducción es ya infinitamente complejo, ¡cuántas ramificaciones y esfuerzos adicionales serían necesarios! Y si la mecánica y la dinámica del apareamiento bipolar han inspirado tratados enteros sobre sus exquisiciteces y posibilidades, ¡qué florecimientos de la sensualidad, del arte y de la decadencia nos están siendo vedados por limitados!

Y ya puestos... ¿por qué no, cuatro sexos, o cinco? todo un mundo de posibilidades, de lujurias y de cortejos. Lo único que nunca se sabe, y yo por si acaso me pido encima.


miércoles, 22 de abril de 2009

De la dEcOnStRuCcIóN considerada como una de las Bellas Artes



Casi nunca hay algo nuevo bajo el sol. Hay una anécdota, no se si apócrifa, de Unamuno, que le tiene manteniendo una discusión con una señora que, en un momento dado, le dice:
-Bueno, don Miguel, sobre gustos no hay nada escrito.
-Perdone, Señora, sobre gustos hay muchísimo escrito; lo que ocurre es que usted no se lo ha leído.

Pues eso, que parece que el auge de los superhéroes es un fenómeno distintivo del siglo XX donde los haya, una democratización antes nunca vista d
e la narrativa, una masificación de la cultura, la inteligente explotación ad infinitum de un modelo sencillo, una industria alimenticia dominada por la mercadotecnia y despreciada por los intelectuales.

Parece también que asistimos a un fenómeno histórico único
en cuanto a que una sola obra -Watchmen- eclosiona de repente de la nada y dinamita las convenciones de un género, a la vez agotándolo, homenajeándolo y redefiniéndolo.

Parece por último que -igual que la existencia de superhéroes no cambia en nada el mundo en la continuidad tradicional salvo por el propio hecho irrenunciable de su existencia- Watchmen es una perla en un muladar: brillante, sí, pero aislada y rodeada de inmundicia, y además inerte y sin progenie.

En todo lo anterior hay cuatro mentiras de bulto y el estudiante avezado debería ser capaz de señalar al menos otras dos. Señálelas y arguméntelas razonadamente.

A mí aquí hoy me apetece hablar de alguna de ellas, y los grandes paralelismos existentes entre los tebeos de superheróes y las Novelas de Caballerías que hacían las delicias de los los pocos letrados que había en la España y el Portugal del Siglo XVI me sirven para ejemplificarlas. Se trata de un género que fue extremadamente popular y en el que se narraban las aventuras imposibles de caballeros andantes inexistentes.

El porqué de la existencia de los géneros en el arte es como de bachillerato o cómo se llame ahora, pero para los del abandono escolar, los de las ciencias y los del Alzheimer, señalemos aquí que el género proporciona un terreno común a escritor y lector (en cuanto a esquema a la vez creativo e interpretativo) que consigue tanto una mayor eficiencia en la creación del presunto hecho artístico, como una posible mayor sofisticación y profundidad del mismo, al garantizar que los lectores comparten un conjunto de informaciones y experiencias previas.

La relevancia del género en la obra es más importante y su uso más autolimitativo cuanto más industrial es la narración. Por el contrario se puede aceptar que hay obras artísticas que trascienden absolutamente las nociones de género.

Ejemplos de géneros habitualmente autolimitativos: Aparte de los evidentes superhéroes vienen inmediatamente a la cabeza otros fenómenos de producción taylorista como las novelas de caballerías, los folletines de capa y espada, los cuplés, las historias de Anne Rice o los discos de Operación Triunfo.

Una simple mirada a la wikipedia muestra que las señas de identidad de los superhéroes clásicos se podrían aplicar casi punto por punto a la ficción caballeresca (¡quinientos años antes!):

  • Se trata de ficciones de primer grado, que se llaman así por ser las más primitivas antropológicamente. O sea que son narraciones en las que el interés del lector y el arte estriban exclusivamente en la peripecia; ni en la trama ni en el contexto ni en la caracterización de los personajes. Estos últimos además no resultan afectados ni física ni psíquica ni emocionalmente por los hechos narrados.
  • estructura abierta: Los héroes no mueren nunca, las aventuras son infinitas y las complicaciones imposibles. ¿Por qué va uno a provocar el fin de algo (en la industria editorial se habla de los distintos superhéroes como "franquicias" e incluso como "propiedades") que da dinero?
  • estructura repetitiva: Hay dos o tres cánones a los que se adaptan todos los guiones, variando detalles superficiales. El más habitual viene a ser Amenaza imposible-Derrota y desesperanza aparentes- triunfo improbabilísimo in extremis, producido por la casualidad, el ingenio o el amor. La suma de la apertura y la repetitividad de las estructuras, hace que las propiedades puedan pasar fácilmente de guionista a guionista sin mucha complicación.
  • hazañas extraordinarias: La improbabilidad de tales concatenaciones de complicaciones, batallas y amenazas es como para descojonarse de risa, la suspensión de la incredulidad imposible, aunque sólo sea por acumulación.
  • violencia glorificada: Huelen siempre a testosterona. A orina de macho alfa dominante.
  • nacimiento extraordinario del héroe: Arañas radiactivas, rayos cósmicos, rayos gamma, viajes galácticos,... papel pal bul, manzanas de caramelo, martillos y palulús.
  • Geografía Fantástica: Esto pilla entre Metrópolis y Gotham City a medio camino entre la Galaxia Kree y el Imperio Skrull.

Y en cuanto a la intelligentsia, si entre los aficionados a la lectura de las novelas de caballerías estuvieron Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola, ahora tenemos a Batman nada menos que en la Revista de Occidente, por ejemplo. Concretamente en el número de Setiembre de 2008, con el artículo titulado “Los hijos del Caballero Oscuro. Mutaciones sensoriales en el Batman de Frank Miller“. Mutaciones sensoriales. hay que joderse. Es que estos intelectuales son la caña.

En 1986, los superhéroes languidecían por muchas raz
ones. Sin ser exhaustivos:
  • Por ser esclavos de su éxito, teniendo que adaptarse a una continuidad mensual, a unos costes y a unas expectativas y, como todos sabemos, nada hay más incapaz de evolucionar que una empresa que está teniendo éxito en su negocio.
  • Porque el Comics Code que se habían autoimpuesto a raíz de la publicación de Seduction of the Innocent (no olvidemos que USA pertenece a la más puritana Anglosajonia) no les dejaba evolucionar: Ni desnudeces, ni sexo. por descontado, tampoco ni política ni violencia extrema y en general evitar esquivar cualquier tema escabroso o meramente interesante. Por ejemplo prohibía presentar a "los policías, jueces, oficiales gubernamentales y otras instituciones de autoridad (...) de cualquier modo que cree falta de respeto hacia la autoridad establecida". Fijaros que hoy no se podría publicar ningún periódico español de acuerdo a esa norma (juáaa). Otros aspectos bastante limitativos eran que "en toda circunstancia el bien triunfe sobre el mal" y que se desaliente "la muerte de oficiales de la justicia como resultado de actividades criminales".
  • Por falta de imaginación. No se me ocurre nada para explicar esto último.

Lo que hace Watchmen (el tebeo) es simple como todo lo genial: Toma el paradigma superheróico tradicional y lo estira como una goma explorando:
-la psicología de unas personas que son capaces de salir a la calle todas las noches con antifaces y leotardos: sus motivaciones, sus traumas, sus manías, sus complejos...
-las implicaciones en la sociedad y en el mundo de la existencia del superhéroe
-los aspectos generalmente esquivados por los tebeos convencionales: sexo, política, violencia.

Y todo este revisionismo, esta mirada crítica con un formato autoimpuesto que respeta -al menos en la brillante superficie- todas las convenciones del género, hace daño como sólo te puede hacer alguien que te quiere y que conoce tus puntos débiles. Watchmen nos hizo crecer. No podíamos volver a leer los tebeos de la misma manera. La deconstrucción (herramienta posmodernista donde las haya) se prueba aquí once again como uno de los métodos creativos por excelencia.

Los que seguís esta columna sabéis que no soy dado a los halagos, pero la deconstrucción que hacen Moore y su artesano es absolutamente genial y reforzada además por una innovación estructural, un ritmo narrativo y un sentido poético sin parangón.

Bueno, sin parangón ...cercano porque volviendo a las novelas de caballería, el ejercicio deconstructivo de Moore es muy paralelo en intención, alcance, innovación y consecuencias artísticas al que hizo Cervantes en un libro que se llama El Quijote. ¿Exagero estirando el paralelo? No, sólo la pátina de respetabilidad académica y el tono más o menos tragicómico separan ambos intentos. Por citar a un académico (José M. Cuesta):

"El Quijote constituye una prueba fehaciente de que el modo más efectivo de invalidar un género arcaizante se logra utilizando sus propias estructuras para ir contra ellas o, cuando menos, ponerlas en el entredicho del relativismo (deconstrucción)".


Tal vez el único aspecto en el que el bisturí de Moore no está a la altura es en la exploración de la alienación del sujeto superpoderoso frente al resto de los seres humanos. Cierto que hace un tratamiento estructuralmente impecable del Dr. Manhattan, pero Moore ya había tratado el tema de manera mucho más impresionante unos años antes (1982) en Miracleman. Pero de eso hablamos otro día. Y de los predecesores. Y de los que siguieron.

Según la RAE,

deconstruir.

1. tr. Deshacer analíticamente los elementos que constituyen una estructura conceptual.


Pues eso, coño, pero gastando más tinta. He dicho.



martes, 7 de abril de 2009

... Y ríase la gente


Cójase un restaurante de carretera del levante, de nombre Casa Clara, entre
naranjales altivos y autoestopistas que, de puro cortas las faldas,
devienen en busconas.
Allá, sazonado entre gota fria y manteles de papel, encárguese un
charlestón. A saber: generosa racion de angulas con ajo y guindilla, y que,
cuando no quede ni una larva, retire la mesera la cacerola del aceite y que
con la mayor presteza la ponga al fuego vivisimo y cuando el aceite
borbotee como las calderas de Pedro botero, llene la cacerola de huevos de
corral de los de mejor categoría, que acaben de freirse camino de vuelta a
la mesa que la cacerola tan prematuramente abandonó.

Riéguese la tan opípara colación con afrancesado moet chandon y, si no lo
hubiere, con cerveza del pais, que también es asaz gustosa.

No pregunte vuesa merced entonces a los cirujanos y boticarios por los
colesteroles, ni a los clérigos por las cuaresmas, y verá como la digestión
de estas viandas le da mucho placer, y le pone en paz con el mundo y con
sus semejantes, que aunque en general torpes y molestos, tambien son hijos

de nuestro Señor, y asín merecen su simpatía y su respeto.

Y esto será lo único que restará, mudo testigo de tan pantagrüélico
homenaje: