martes, 7 de abril de 2009

... Y ríase la gente


Cójase un restaurante de carretera del levante, de nombre Casa Clara, entre
naranjales altivos y autoestopistas que, de puro cortas las faldas,
devienen en busconas.
Allá, sazonado entre gota fria y manteles de papel, encárguese un
charlestón. A saber: generosa racion de angulas con ajo y guindilla, y que,
cuando no quede ni una larva, retire la mesera la cacerola del aceite y que
con la mayor presteza la ponga al fuego vivisimo y cuando el aceite
borbotee como las calderas de Pedro botero, llene la cacerola de huevos de
corral de los de mejor categoría, que acaben de freirse camino de vuelta a
la mesa que la cacerola tan prematuramente abandonó.

Riéguese la tan opípara colación con afrancesado moet chandon y, si no lo
hubiere, con cerveza del pais, que también es asaz gustosa.

No pregunte vuesa merced entonces a los cirujanos y boticarios por los
colesteroles, ni a los clérigos por las cuaresmas, y verá como la digestión
de estas viandas le da mucho placer, y le pone en paz con el mundo y con
sus semejantes, que aunque en general torpes y molestos, tambien son hijos

de nuestro Señor, y asín merecen su simpatía y su respeto.

Y esto será lo único que restará, mudo testigo de tan pantagrüélico
homenaje:




1 comentario:

Unknown dijo...

Paresceme que vuesa merced no ha la misericordia propia de esta santa cuaresma y que se refocila intentando hacerme caer (no lo quiera el Áltisimo) en el feo pecado de la envidia.

Pues sobre vuestra testa caerá el castigo divino y no me espantaría que terminaseis en las calderas de Pedro Botero, que tan ligeramente mentáis.

Mejor haría vuesa merced dedicando estos días al recogimiento, la plegaria y la mortificación de la carne, no gozando con la lúbrica visión de mozas ligeras de ropa, de sayas cortas y corpiños reducidos, y con yantares dignos de Epicuro y Pantagruel, regados además con bebidas espirituosas que adormecen la conciencia y enaltecen las bajas pasiones.

Todavía está a tiempo vuesa merced de purgar culpas con penitencias, disciplinas y cilicios.

Yo me retiro a mi aposento, a orar por vuestra alma, que necesitada de plegarias debe estar.



Doña Sol, la Pies Ligeros, dama de ilustre alcurnia, temerosa de Dios y colmada de virtudes.