viernes, 27 de febrero de 2009

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domingo, 22 de febrero de 2009

Mainstream sucks!


Tengo una amiga. Que es rubia. Se llama M.O. (y no es Mariushka Olegevna). Es culta. Tanto que su autor preferido es Thomas Mann, y su libro preferido es La Montaña Mágica, que está entre Los Cinco Libros Más Aburridos De Todos Los Tiempos.
Hasta ahora, sólo nos hemos encontrado en Una Caja de Cerillas, pero no desespero.

Hace unos meses, estuve en una especie de bacanal desestabilizadora en su casa (siempre rompo algo o toco el air-violin haciendo la garza en un taburete de su terraza o rescato a un borracho que se quiere quedar en su cama a hacer un trío con ella y su marido... me encantan las fiestas en casa de M.O.) y en un momento de exaltación de la amistad, me dejó tres libros -apuntó que me los dejaba la muy cabrona- y ya he conseguido leerme uno.

El susodicho es Bonsái, de Alejandro Zambra. Me lo he leído porque es pequeño. En resulta que el otro día tuve que coger el metro para ir a la Ópera (no hay quien atraviese Madriz en coche por las tardes) y el librito es del tamaño adecuado.

Vamos, que si yo escribo un librito de esa longitud, me creo que es un cuento corto, y van los de Anagrama y tienen el morrrrro de publicarlo como novela.

La verdad es que un librito tan corto (el tamaño SI importa) y anodino, sólo tiene perdón si es, digamos, una miniatura, precioso, cuidado y de estructura tan bella como un soneto o como una espiral de ácido desoxirribonucléico. No es el caso. Es verdad que es sencillo, intimista y minimalista, todo lo cuál rema a favor, pero también es chapucero y sobre todo aburrido. Como dice johnillo que dijo Michi Panero, lo único que no tiene perdón es ser un coñazo.

¿El argumento? Confuso. Algo de unos enamorados que se desencuentran y ambos finjen que se han leído En Busca del Tiempo Perdido (otro para la lista) y no se qué y otra pareja pasaba por allí y ella se muere. Tan apasionante como escuchar al current monarca Borbón declamar llorando las Páginas Amarillas.

Y luego dicen que el pescado es caro. Y que la literatura fantástica es escapismo. No, señores, no, sólo que no se puede ser un coñazo, por favor, hija mujer.

P.S. Si alguien quiere contribuir a rellenar la lista de los cinco libros más aburridos de todos los tiempos, estaré encantado de recibir sugerencias.

domingo, 8 de febrero de 2009

Objetos MUY Frágiles


Frágiles, en verdad, pues apenas evocan sombras de ayer. Del pasado esplendor, ni vestigios quedan. Bueno, vestigios sí, hay que ser justos. Incluso más que vestigios. Neil siempre ha tenido el don de pintar una historia improbable con cuatro brochazos y eso lo sigue haciendo.

Empecé a leerlo un poco irritado. No es que tenga nada en contra de la amistad y mutua admiración entre Neil Gaiman y Gene Wolfe [uno de los tres -junto con Cordwainer Smith y Philip K. Dick- escritores de cienciaficción norteaméricanos más personales del siglo XX, y de lejos el más creativo; sólo superado por Stuart Cunningham ;-)] pero ya que la introducción de Neil Gaiman plagie en estructura, tono e intención las que habitualmente escribe Wolfe para sus colecciones de relatos, pues no me pareció del todo serio. Incluso lo de incluir un cuento dentro de la introducción "como premio para los pocos que se leen las introducciones" está calcado. Molan los homenajes, pero hay que tener un poco de decencia.



Para entender lo que es un libro de cuentos de una de estas vacas sagradas, hay que saber mínimamente como es el mercado norteaméricano, teselado de convenciones, de antologías y de revistas. Menos uno, todos los cuentos que aparecen en esta colección, provienen de este contubernio: muchos escritos por encargo, con desigual interés, con fechas que cumplir y en general, más pensados para mantener la maquinaria engrasada y el flujo neto de caja en el sentido adecuado que surgidos de la inaprehensible necesidad de contar historias.

Pues eso, una colección variada y claro, entre col y col, lechuga.

Curiosamente, casi me gustan más los poemas que los cuentos, especialmente La Danza de las Hadas y Renacer Salvaje. Estos, y algún microrrelato como Al Final de los Tiempos, reman en la dirección de mi afirmación de que Neil es más un impresionista que un neorrealista, que va más de Beatle (tres minutos sencillos y pegadizos, tontorrones pero imposibles de quitartelos de la cabeza) que de Mozart (ah, la sencillez maravillosa de la estructura simple que se abre en complejidades -si quieres- o no, pero en la que todo encaja y que además te arranca las lágrimas, como a un Salieri cualquiera...)

Los Símbolos primarios y la personificación de conceptos es un recurso interesante (Muerte, Sueño, Delirio y el resto de los hermanos en Sandman), pero no se puede uno empachar y luego sacar en un cuento a Enero, Febrero y el resto de la tribu, como en La Presidencia de Octubre. Sobre todo porque luego usas a los Triunfos del Tarot, como en Quince Cartas de un Tarot Vampírico y llega un momento que necesitas que te diga que te repites más que los Morancos y que alguna vez tendrás que parar, que ya cansas.

Muchos ejercicios de estilo (Estudio en Esmeralda, Niñas Extrañas, Crup del Hipocondríaco,...) que sirven para aprender a escribir, y que están francamente graciosos pero tenemos derecho a exigirle mucho más a éste, como al superdotado que hace funambulismos con los aprobados raspados.

Siempre hay que dejar lo mejor para lo último y para los forofos de Gaiman que estéis a estas alturas framcamente indignados pero que hayáis tenido los redaños de seguir leyendo hasta aquí, vuestro premio es mi confesión: Hora de Cierre, ¿Cómo crees que me siento?, Mi Vida, o Alimentadores y Alimentados son excelentes cuentos, las razones por las que picaré cuando salga el puto siguiente libro de Gaiman.
¿Que qué opino de El Monarca de la Cañada? Sin duda un boceto de un capítulo de Dioses Americanos, que quedo desechado por el camino editorial. Por algo sería.

Este es el primer libro que me leí en 2009. No me gusta pero no es anodino. Que siga así el año.

domingo, 1 de febrero de 2009

Batman y Joker en el país de los Canguros



Tuve un jefe que me decía que un hombre se mide por la talla de sus enemigos. Creo que era una cita de alguién, pero no sé.

La de veces que habría dominado el planeta Lex Luthor si no hubiera tenido enfrente a Clark Kent. La de veces que Daredevil salvó New York de las garras de Kingpin.
Cuántas veces pensamos en todo lo que podría haber hecho uno si no hubiera existido su Némesis, su rivalísimo, su archienemigo.

Pero no, la épica no está en la victoria, sino en el duelo, en la agonía, en el agotamiento, en el levantarse y apretar los dientes para seguir recibiendo golpe tras golpe tras golpe, más allá de la resistencia, más allá de la esperanza, más allá de la razón. Para ganar sin esperanza o para perder improbable, imposiblemente. Y siempre al filo.

Incluso diría que no soy ni mas ni menos que mi enemigo. Frank tiene un tebeo que es uno de los mejores de la historia (incluso Jhonillo, que es antimiller como el que más, lo reconoce en privado) y en el que se sostiene, se duda o se intuye que es la pelea con Batman la única motivación de la psicopatía del Joker, que este no existiría si no lo hiciera Batman, que viene de Batman la locura del payaso o del Joker la del murciélago. ¿o es que os podéis imaginar al uno sin el otro?

¿O a Lex sin Clark, a Scott sin Amundsen, a Carlos I sin Francisco I?




¿O a Rafa sin Roger?