Cuando tenía veinticinco, pensaba que me jubilaría a los treinta y cinco.
Ahora tengo cuarenta y cinco.
y aquí sigo, trabajando para mi Amo y recordando (o imaginando)los días de vino y rosas, devolviendo valientemente la mirada al abismo.
Brindo por los amigos perdidos.seguro que están metiendole el dedo en el ojo a Satanasa. Os añoro.
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