viernes, 18 de diciembre de 2009

Paracoita by Stuart Cunningham (#1 de 3)

Maldita resaca. ¿Cómo es posible que no se me acostumbre el bodi a la priva y que me siga doliendo así la cabeza por las mañanas? Por no hablar del puto estómago. Parece que me he comido la polla de un tragafuegos de estos del circo o cómo se llamen. De pequeña vi actuar a uno. Era muy molón, con su barbita y sus pendientes. Olía a gasolina y llevaba tatuada una calavera ardiendo en el brazo.

Y es que anoche me tomé alguno más que de costumbre, pero es que si no cualquiera aguanta al gordo seboso ese. Oye y mira que yo soy profesional, que una está hecha a tó y que en peores plazas hemos toreao pero es que el tío ese me saca de quicio. Cada uno tiene sus manías, ¿no? Bueno, pues no le aguanto, joder, y conseguir que no se cosque del tema me cuesta cada día más trabajo. Y lo que me jode no es que sea un burro, uno más, Santo Tomás. Hombre, la verdad es que no sé de que antrazo habrá sacado ese pedazo de dildo que le gusta meterme por el culo. Mi jopo puede con eso y con más, pero duele. Vaya, si duele. Un día de estos hablo con el míster y que le pasen al sector sadomaso. Si no fuera por la propinaza ya lo había hecho. Será cabrón el pichafloja.

Tampoco me jode que me diga que me quiere. No es el único. Y además se lo cree el muy gilipollas, ni que me cuente su vida que maldito lo que me importa, pongo el piloto automático omm mani padme omm y le sigo el rollo, mientras estoy pensando en el capitán Kirk, un poco gordito pero tiene algo, joder quien iba a decir que Mister Spock había tenido un hijo en secreto con la hermana del capitán.

Me jode su olor. No lo puedo explicar. A veces me huele a polvos de talco y otras a una mezcla de sudor viejo y naftalina. Me dan ganas de potar, pero sobre todo es que se me pone una mala leche que pa qué las prisas y esa sonrisa asquerosa y la cara llena de granos y las bolitas de caspa en el hombro. Joder, pues si que le he cogido manía al gordo seboso. Reconozco que hay otros más gordos, más feos y más viejos y me los paso por la piedra sin pestañear. ¿Será porque me recuerda a mi instructor en contracciones? Otro cabronazo.

¿Dónde habré puesto el puto almax? Y es que esto parece una leonera. Mañana limpio, lo juro por la Virgen. Ah, aquí esta, menos mal. Vaya pinta tengo, que ya no eres la de antes, querida Marie, que no estás ya para estos trotes, que para cinco al día hay que tener las tetas duras, mucha saliva y mucho churri, que si no, al final estás toda tan dolorida e irritadita que no te puedes ni mover. Como mucho cinco años más aguanto, y suerte si me mantengo un par de ellos en tarifa A. Y luego California, a tumbarme en la playita bajo las palmeras con un daiquiri, a ver Star Trek en el vídeo y a comer todos los helados de chocolate que me salgan del chocho. Me voy a poner como la foca más foca de las focas y al que no le guste que haga fú como mi gato. Mira que si no me da la pasta, pero seguro que sí, si me estoy forrando.

Joder con el rubito y sus chupetones, y mira que se lo tengo dicho. Recordar decirle al míster que si repite le parta un diente. Bueno, un poquito del bálsamo de Fierabrás este y en un par de horas no se notan, oye, qué maravilla. Las ojeras como siempre, yo creo que no van a peor. Luego, antes de fichar, me decoro la cara y ni se notan. Desde luego no me voy a operar para quitármelas. No estoy ahorrando yo para gastarmelo en carniceros. Pero las patas de gallo si que van peor, y yo juraría que me están creciendo las orejas. Le tengo que preguntar a Brigitte, aunque mejor no, me dirá que sí solo para putearme, la muy zorrón.

Ayayay, que ahora llega el momento difícil del espejito mágico, ¿no es esto un poquito de celulitis? Pero cómo es posible con lo que como y con las palizas de gimnasio que me atizo, piel de naranja, piel de naranja, ¿así que era esto? Claro que peores están alguno de los pircis estos, los más antiguos, jodida moda de los güevos, yo lo que creo es que a los tíos les gusta porque así se hacen la ilusión de que somos como vacas con anillos en el hocico y que pueden tirar y llevarnos y traernos y que ni sentimos ni padecemos y que desde luego no recordamos. Pues estoy harta yo ya de que me tiren de los anillitos, que parezco un anuncio de llaveros. En California no me voy a dejar ni uno.

Bueno, uno sí, pero ese es distinto, este anillo en ocho tumbado que agujerea seis veces la piel de alrededor de mi ombligo, un recuerdo, mira que era caprichoso, pero la verdad es que no hay otro igual, Marie-8 me llaman, y Maries hay muchas en Gomorra, pero Marie-8 sólo la menda lerenda. Marie Infinita me decía él y cuando le preguntaba por qué, se sonreía y me besaba. También Marie Pritiguoman, y esto si me dijo por qué un día que le pillé tierno, había una peli antigua de una princesa que se parecía mucho a mí y se llamaba Pritiguoman, que es un nombre africano. Ash, mi Ash, qué mes tan bonito me hiciste pasar, mi amor, era americano, de San Francisco de California, y siempre me contaba muchas cosas de California y de sus playas pero decía que si iba tendría que dejar de fumar marijuana porque allí está prohibido, yo creo que me vacilaba.

Era como un sueño, me mandaba flores, me llevaba a cenar a los sitios de la yet, y cómo hablaba, qué piquito de oro tenía, la de cosas que me contaba del mundo y de la gente, claro que usaba muchas palabras que yo no entendía, pero eso sí cuando le preguntaba me las explicaba tranquilito y con paciencia. Claro que lo malo era que muchas veces yo no entendía la explicación, jajaja, así que al final pasaba de preguntarle por no parecer tonta, total, si a mí lo que me gustaba era oirle hablar, que hablaba mejor que los de la tele y con más gracia.

Lo más curioso de Ash es que no me quería para follar, bueno, claro, follamos tres o cuatro veces y la verdad es que me lo follé bien follado, vaya que si le gustó a mi americanito, un tío no puede fingir eso, si al final me tenía que pedir que parara. Pero no buscaba eso, esas cosas se notan, ya ves tú si se notan y por eso lo quería aun más. Si la última vez, que fue super romántica, el polvo de mi vida, me tuve que empeñar y rogarle y sólo cuando se me escapó una lágrima empezó a besarme, esa vez nos quedamos dormidos abrazados juntos, que no me había pasado nunca. La verdad es que mira que era raro, no he conocido un hombre parecido en mi vida. Hombre, malcogido si que estaba, no se lo habían cepillado en condiciones, porque la primera vez no había visto yo tanta leche en los días de mi vida, se me quedó medio muerto, le temblaban las piernas y chillaba como un gorrino en el día de San Martín, y cómo me gustaba a mí verle esa mirada perdida, saber que en ese momento era mío mío mío. Una vez me paré y le dije di mi nombre o paro, cabrón que me tienes loca, di que me quieres o aquí te dejo, dilo más fuerte, dilo más veces y vaya que sí que lo dijo, Marie, Marie, Marie, mi amor, Marie, sigue, Marie, te quiero, te quiero, Marie, Marie, Marie, para, Marie, que me matas, Marie. Después me dijo muy serio que ni se me ocurriera volver a hacerle eso y me besó y me sonrió pero la verdad es que lo dijo de una manera que no lo volví a hacer, me daba mal rollo, que se yo...

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