sábado, 26 de junio de 2010

Musa de Fuego


Pitonisas calcáreas recreando plénticos,
Saturninos hoyuelos proletarios y tornasolados
Cantan descarados como valquirias ebrias.

Doce veces, doce, los despreciables castornales retornaron.
Al viento su perfidia, su desprecio, su molicie y su maloliente almizcle.

Sobre la colina hespóntica de hielo negro y resconciales
Gañir el presuntuoso percute sus timbales profanos con tibias de trasgo:
 
¡Elohi, Elohi, hijos del Cunningham, acudid!
Que las marcelas lloren a sus cachorros en esta ternura
Que vuestras cubinas fantaseen lascivamente con sus recuerdos aún
templados]
Pero que ni unos solo de los nazaríos vuelva a mostrar su tonsura en
poniente.]
¡Ni uno, ni uno, Elohi, Elohi!

Descansa la Parca sobre el regazo del peculio
Anochece en rápida espiral sobre esta Samarkanda impía
Pero nunca los hoyuelos repiten sus convulsiones.
Sólo avisan una vez. Luego callan.
Callan, callan, callan por siempre.
Tragan ansiosos la miel de los bardos y luego...
... Luego el calcáreo y magnifico silencio de las pitonisas.


1 comentario:

Unknown dijo...

...aunque, cuando anochece antes de lo esperado, entonces ¡gases del inframundo! es cuando las gárgolas ataviadas con sus turbias y oscuras reliquias ondulantes rasgan las vísceras de los amantes tibios...