sábado, 29 de enero de 2011

Guía Lupina


Gene Wolfe no es Premio Nobel porque escribe ciencia-ficción.  Por tanto está fuera del circuito bienpensante.

Y Gene Wolfe no es archiconocido porque es difícil. Leer a Wolfe requiere concentración. Requiere ponerse cómodo en el sillón y no saltarse frases; leer atentamente para saber lo que nos está contando, estar dispuesto a volver atrás para reinterpretar lo que creíamos que nos había contado. 

Muchas veces me he preguntado porqué me gusta tanto. Creo que es porque sus historias nunca son lo que parecen, y porque exige mucho. Escribe para gente atenta e inteligente, y a todos nos gusta sentirnos inteligentes.

La literatura de Wolfe está de capa caída por culpa de internet. Por esta revolución cultural que tiene como subproducto que cada vez somos más superficiales y que cada vez prestamos atención a más y más cosas durante menos y menos tiempo.

Sin embargo, si todavía eres capaz de leer un libro empezando por la primera página y terminando  por la última, si aún eres capaz de sumergirte en una historia, te puede gustar. Es un prestidigitador. Y a continuación te revelo alguno de sus trucos, para que disfrutes más o para que decidas si te puede interesar el tipo de espectáculo que te puede ofrecer.

El narrador nunca es fiable. Porque las personas no lo somos. Distorsionamos, omitimos, embellecemos y elaboramos, cuando no directamente mentimos. Y a veces nos contradecimos. Estate dispuesto a que te mientan.
¿Cómo proporcionar una perspectiva distinta de sucesos maravillosos? Con un narrador ingenuo. Un narrador que no se sorprenda de cosas que podrían parecer maravillosas, crueles o raras. Puede ser un niño (Pandora, por Holly Hollander), un tonto (Puertas), un amnésico dispuesto a aceptar que lo que no entiende es porque no lo recuerda (Soldado de la Niebla), un muerto (Paz) [oooops, ¡pero si no me di cuenta de que estaba muerto hasta acabar el libro!]....

La información es una corriente infinita de unos y ceros. Y puede tener tanta información un cero como un uno; o más, es cuestión de probabilidades. Con lo que quiero decir que en Wolfe es a veces tan importante lo que el narrador omite contar como lo que cuenta: la elipsis elevada a la categoría de arte mayor.

El protagonista improbable: ¿Qué tal por ejemplo un sacerdote de una religión pseudo-olímpica que tiene una parroquia en un remoto barrio de una gigantesca nave espacial cilíndrica, y que tiene una experiencia mística en la página uno de a historia (el Padre Seda del Libro del Sol Largo) o un huérfano aprendiz del gremio de los verdugos, en un futuro tan remoto que el sol de la Tierra es casi rojo (Severiano, en el Libro del Sol Nuevo). Tan ajenos a tu experiencia cotidiana, que será como si un alienígena te diera su perspectiva.

Y claro, tan importante es la perspectiva del narrador, que la primera persona abunda en la narrativa lupina. Constantemente recurriremos a los manuscritos hallados (Soldado de la Niebla), a la epístola (la Casa del Hechicero), al diario (La Isla del Doctor Muerte y Otras Historias y Otras Historias) y a cualquier otro dispositivo que nos permita que un personaje tenga voz propia.

La identidad. ¿Quién soy, quién eres? La identidad es un tema recurrente en el canon lupino. Muy frecuentemente los personajes no están seguros de quienes son, o cambian de opinión al respecto. Entre los ejemplos memorables podemos citar a Número Cinco, uno de los protagonistas de La Quinta Cabeza de Cerbero, clon confuso que convive con otras generaciones del mismo genotipo. También al alienígena que suplanta al antropólogo Thomas Marsch en el mismo libro y que parece olvidar que es un impostor. El protagonista del Libro del Sol Corto es a veces poseído por el Espíritu del Padre Seda, modificando radicalmente la perspectiva. Severiano tiene episodios en que se convierte en su amada Thecla, por motivos que no voy a contar aquí....

La muñeca rusa. Sí, al Lobo le gusta jugar, y uno de sus juegos más viejos es meter historias dentro de las historias. A menudo lo hace en los prólogos a sus colecciones de cuentos, pero probablemente donde más alto raya este divertimento es en el libro que lee Severiano (Libro de las Maravillas de Urth y del Cielo) durante su viaje, y que nos narra historias como la de la Guerra entre los Imperios Verde y Amarillo (más tarde expandida en Imperios de Follaje y Flores), el Libro de la Selva o la Historia de el Hijo del Estudiante [Teseo, claro. Ya que la Tesis es la Hija del Estudiante, y cuando se lee en un lenguaje antiguo a veces hay confusiones de este estilo...]

El pedante amable. En general los que son muy listos se hacen antipáticos, pero no es porque sean listos sino porque es raro que se resistan a mostrarte a la menor oportunidad lo listos que son. No es el caso de Wolfe, que nunca se detiene ni se recrea en mostrarte que te la ha jugado. sigue adelante sin siquiera una mirada atrás o una sonrisa suficiente. y cuando te enteras del truco que te ha hecho, generalmente cincuenta páginas más tarde, no te queda más remedio que quitarte el sombrero y aplaudir...

En fin, leer a Gene Wolfe es un placer exquisito y minoritario. Pero es tan divertido que deberías considerar el formar parte de la secta. Secta que no para de crecer en la sombra...
Y es verdad, Juanito, es verdad. La ciencia-ficción ya no es lo que era. Ni de lejos.

jueves, 13 de enero de 2011

Los grados de la ancianidad

Grado 1: Te lesionas por no estirar bien.
Grado 2: Desaprovechas una oportunidad de fornicia por pereza.
Grado 3: Desaprovechas una oportunidad de fornicia por motivos morales.
Grado 4: Desaprovechas una oportunidad de fornicia por imposibilidad física.
Grado 5: Tu hijo te gana al Monopoly.
Grado 6: Tu hijo te gana al Call of Duty.
Grado 7: Tu hijo te gana al fútbol.
Grado 8: Tu hijo te gana en una carrera de larga distancia.
Grado 9: Tu hijo te gana al padel.
Grado 10: Tu hijo te gana al ajedrez.
Grado 11: Tu hijo te gana al mus.
Grado 12: Desaprovechas una oportunidad de fornicia por no estirar bien.
Grado 13: Las reglas del monopoly te confunden.
Grado 14: Tu nieto te gana a la oca.
Grado 15: sospechas que tu nieto te hace trampas a la oca pero no tienes la certeza.
Grado 16: No recuerdas la última oportunidad de fornicia que tuviste. En cualquier caso, no salió bien.
Grado 17: Crees que el enfermero simpático se deja ganar al parchís, pero no estás seguro.
Grado 18: En Facebook por fin no quedan amigos. Todos se han muerto.
Grado 19: Tu nieto toca el tambor sobre tu calva y la cabrona de tu nuera sólo le reprende levemente, con una sonrisa apenas esbozada en sus labios.

Esta enfermedad es crónica, degenerativa, letal e irreversible. ¡Una putada, tú!

¿Y tú, en qué grado estás?

sábado, 8 de enero de 2011

Excremento transcendente


La Lengua de Cervantes -aparte de que suena mestiza entre germano y griego con sus pocas vocales y sus consonantes imposiblemente duras- confunde la Mierda con el Apocalipsis, o con el tránsito post-mortem del Alma, en una indudable muestra del humor sin tregua que permea todas las sesiones de la RAE, desde las monográficas sobre el advenimiento de la b corta hasta el truhan de Catar. ¡Qué tíos más chistosos! ¡Es que son la monda lironda!

En griego, skatós, 'excremento' y de ahí en ingles scatology que designa todo lo referente a la caca en sí, tanto en su estudio fisiológico como coprofílicamente conductista e incluso al fino humor de Pablo Motos.


Mientras que, ésjatos, ‘último’ y de ahí eschatology que designa a los tratados apocalípticos en general y a la vida después de la vida, que en paz descanse, la Parusía, la Resurrección y el Infierno y sus cosas.

Y vamos nosotros y simplificando conceptos tan afines, convergemos las dos en Escatología que según la RAE es tanto el Conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba como el Tratado de cosas excrementicias y lo Perteneciente o relativo a los excrementos y suciedades.


o sea que la Escatología es -sólo en nuestra cara lengua, perdón, solo en nuestra cara lengua- el estudio de la mierda que ocurre después de la muerte. Y luego dicen que no hay genio nacional. Pa' que vean.

domingo, 2 de enero de 2011

Asípasolavida

Tomás ha roto el fuego y habrá que retomar el mismo rollo de las mejores canciones del año; y todos los años las mismas discusiones (zzzz). Busquemos oscuros grupos independientes con mucha guitarra, alguna gana y muy escasa mercadotecnia. Y si no los has oído tú mejor. Así soy yo el más cool. Esto para ligar y para ir de intelectual está bien pero ya hay ciertas edades.

Me es más simpática siempre la selección de Juanito, que busca siempre a Jeanette, la encuentra almost y luego le perpetra alguna guinda totalmente friquitaun-molamazo (pingüinos ecuatorianos, La Parienta, Shang-Chi Maestro del Kung-fu...).

Parece que en la cosa de la música hay que tener conce-to pero a las cándidas almas del complejo de Peter Pan todavía se les escapa que la ausencia del conce-to es un conce-to en sí misma, una declaración de principios neoimpresionista en la que las pinceladas se yuxtaponen sin hilo conductor aparente hasta que uno se aleja del cuadro y en la heterogenéidad se aprecia el concepto falstaffiano y ecuménico de la existencia de Yours Truly.

Y luego está la puta regla de que sean canciones del año. Valiente gilipollez. Como si en la Infoesfera ya lo tuviéramos todo visto hasta 2010. Hace ya decenios que se produce más de lo que se puede escuchar, so what's the point?

Va por ustedes.

Empezamos con Dover, mi Dover, cada vez más comercial, un Dover que ha transitado ya desde el grunge post-punk hasta la new wave y más allá, hasta el pop electrochochi y que ahora hoza y retoza entre Camerún y Bollywood: Diarabi
 
Luego obligatoria referencia a la fusión llevada más allá de donde la dejó Morente, en Omega. Para todos vosotros, A buscarme vienen, de Mixtolobo.

Y a continuación, el mejor disco de 2010, que se publicó en 2009: Las coplas del querer, de Miguel Poveda. Detengámonos en Sere...serenito.

Luego, algo que os va a joder mucho: Lo siento, pero la canción que perdurará de 2010 es Waka Waka, para siempre, no porque haya sido número uno en treinta países sino porque fuimos campeones del mundo. Increíble. ¡Qué feliz fui! La bailaréis en las bodas en vez del Saturday Night, Tsamina mina eh eh, waka waka eh eh, Tsamina mina, zangalewa, esto es Africa. No es de Shakira, sino de un grupo camerunés que se llamaba Golden Sounds, allá por 1986. 

Todo el mundo lleva años descojonándose por mi reivindicación apasionada de Raphael, y ahora resulta que también lo reivindica el ínclito del consenso Conde/Sinde en su Balada Triste de Trompeta, con lo que con el aparato mediático del gobierno a su servicio, Raphael pasará en meses de ser kitsch a heterodoxamente delicioso. Pues bien, dentro de la anticipación de tendencias que siempre clavamos en esta bitácora, arbitro de la elegancia y del buen gusto, he de anunciar que entramos en el lustro de Peret. Aquí está con una blusera zapatista, para sacudirse un poco la caspa tardofranquista. ¡Qué Suerte!

También me gusta muchísimo el funk y el groove, y no me da vergüenza. La vergúenza no sirve para nada y además sólo debe dar vergüenza robar. The New Mastersounds, con Hey, Fela! 

Ah, y que no se te olvide, si quieres explorar, no escarbes en Liverpool ni en Seattle, ¿por qué no miras en la música etíope de Mahmoud Ahmed? Bemem Sebeb Letlash

A medida que cumples años te acabas descubriendo fan de sesentones marchosos: Robert Plant y su Band of Joy: You can't buy my (me) love.


Y Poderosísimos Muse, ya desde sus comienzos. MOLA esta versión instrumental de su primer y remoto single: Cave

Luego, algo que es casi los White Stripes, Steady as she goes de los Raconteurs.

Los que tenemos una sensibilidad clásica, buceamos a veces en parajes remotos, y encontramos la  canción más sexy de Bruce Springsteen, que no ha estado en album de estudio hasta hace poco porque el Boss la escribió para Elvis Presley. Testosterona de camionero de New Jersey: Fire
 
De cortante, sorbete de la mejor canción de 2010, que es de otro siglo: You're my thrill. Sólo os pido que la escuchéis con atención y en silencio...
 
¿Cuándo se grabó el mejor swing? ¿En 1934? No, en 1981, en un disco de ese genio sin conce-to que se llama Joe Jackson: Is you is or is you ain't my baby.

 En mi corazón siempre queda un hueco para las Air Guitars, los melenudos chillones y los pantalones de pitillo. Este año les toca a los Black Crowes, con su She talks to Angels de "Shake your moneymaker".

Ningún año puede faltar una canción de Radiohead, y este año (puede que el anterior también) le toca a la mejor canción de Radiohead, que no está en ninguno se sus LPs y que es parte de la BSO de Romeo + Juliet: Talk show host



Terminamos con el músico más grande del siglo XX, que era negro, colérico, drogadicto y borracho y escribió un Canon, como Pachelbel.



Espero que os gusten todas las canciones muchísimo. Aquí tenéis la lista de Spotify.
asípasolavida