viernes, 29 de mayo de 2009

Alguno de Quince


Pasó hace unas semanas un virus por la Red, concretamente por el Sector Galáctico Friki4. No me infecté, pero me quedó latente. Lo he estado incubando pero no he tenido tiempo para convalecer en condiciones.

El evento viral se llamaba "Quince tebeos para una isla desierta" y ya os podéis imaginar el tipo de contenidos que generó.

Nunca he sido muy listero pero me interesó mucho la discusión de si había que poner Los-quince-mejores-tebeos o, por el contrario, la elección debía ser personal, emocional y no ya subjetiva sino totalmente arbitraria.

Claro que no hubo acuerdo. No puede haberlo en un ciberestado soberano. Ni falta que hace. Cada perro que se lama su pijo, y el que venga detras que arree. Pero yo soy más de la segunda, mucho más de la segunda, reivindico la sopa de ajo y el porque sí.

Nunca llegare a los quince porque no tengo ni la constancia ni el interés suficientes pero aun así... hoy me pone hablar de un par de ellos de los quince.

La elección no es original pero tiene un tremendo impacto emocional para mi, y me terapiza contarsuslo.

Yo dejé de leer tebeos de superhéroes a los dieciseis. Bueno, la verdad es que dejé de hacer muchas cosas entre los quince y los dieciseis. Dejé los toros, las drogas serias, el atletismo, los boy-scouts... Algunas tenía que dejarlas, porque habían dejado de aportarme, pero se me fue la mano. Y dejé algunas que no debía porque no tenía clara la diferencia entre lo que me gustaba y lo que me debería gustar.

Luego ya crecí, y me percaté de que la corrección política es la chorrada más inútil que se ha inventado después del sentido del ridículo, y que sólo se vive una vez, coño. Sólo una. Como para perder el tiempo.

Así que poco a poco me fui reconciliando con las cosas que no tenía que haber dejado, porque independientemente de las convenciones sociales, me ponían verraco. Frecuentemente hubo un catalizador o un instante de revelación para cada reconciliación. Para los tebeos de superhéroes también:

Sí me había permitido mantener una vena culturetilla y aunque no me acercaba a los tebeos de superhéroes, si que leía cosas más in: Las Etiópicas, Cairo, La Belette, etc. Y claro, dicen que los adictos lo son para siempre y sólo experimentan períodos de descanso en sus adicciones, así que un día en la tienda de tebeos (no importa cuál, huelen todas igual, a papel, bolsas de plástico y sudor de adolescente rolero) me vi en la mano con lo que estaba haciendo Forum en la colección Clásicos Marvel: El Furia de Jim Steranko (pop-art), la Guerra Kree-Skrull de los Vengadores (clasicazo de Roy Thomas y Neal Adams) y uno que no había leído en su día: Moon Knight. No se porqué, pero lo abrí. Salía un personaje que se me había borrado de la memoria y que me encantaba a los trece y catorce: Jack Russell, el hombre-lobo bueno y atormentado de Werewolf by Night. Directo al cortex: ¡Va! chutazo de recuerdos, percepción alterada de los colores, el tiempo y el espacio. ¡Qué droga tan poderosa puede ser la memoria! No me extraña que los ancianos prefieran la repetición infinita de aquellos momentos a la originalidad adocenada de cada otro día sin sentido.

Pero además, ... el dibujo era distinto. Los tebeos pijameros (i.e.: de superhéroes) de mi infancia se dibujaban de determinada manera. Y esto no era así.























Esto era otra cosa. ¿Cómo se llama este tío? ¿Bill Sienkiewicz? ¡Qué cosas!

Así que entre el pretexto de que parecía que el medio había crecido en posibilidades expresivas y un ataque de nostalgia irreprimible, me lancé de cabeza a mojar mi magdalena en el café con leche, en busca del tiempo perdido y fui y me compré este tebeo de un personaje de tercera fila, dibujado por un señor en evolución que había dejado de copiar a Neal Adams y se estaba buscando a sí mismo (todavía sigue).
Bueno, me compre este tebeo y otros siete. Y hasta hoy.


Luego resultó que el tal Sienkiewicz era una especie de Enfant Terrible del comic-book americano. Muy polémico, con detractores a ultranza que le acusan de virtuosismo copista sin voz propia ni dirección en su evolución (para los que quieran profundizar en esta opinión recomiendo el excelente post de Corominas en su blog de Dorian Gray) y con admiradores que dicen que en los últimos 30 años del comic-book anglosajón en cuanto a dibujo, sólo hay un dios y se llama Dave McKean, y Sienkiewicz es su profeta.

Lo que nos lleva al segundo tebeo que quería comentar




Se trata de Elektra: AssAssIn, de Frank Miller y el propio Sienkiewicz. Dice La Perse que no aporta ni leches, que a los superhéroes hay que dejarlos como eran, sin pervertirlos ni hacerlos ni fascistas ni lascivos ni ultraviolentos. Que eso es otra cosa. También dice que si el monólogo interior se empezó a utilizar a finales del siglo XIX, ¿qué narices aporta utilizarlo en los tebeos de superhéroes?

Yo -claro- no estoy de acuerdo. Pienso que todo lo que no cambia está muerto. Y este me enseñó que efectivamente se podían hacer cosas muy distintas de las que se habían hecho.



Fijaros que es un Miller en 1986, que ya ha revolucionado DareDevil pero que está afilando sus armas para unos meses después producir la obra que se disputa con Watchmen el título del mejor tebeo de superhéroes de todos los tiempos: El retorno del Señor de La Noche (Dark Knight Returns). Elektra Asesina es un boceto en el que Miller ensaya muchas de las técnicas narrativas y algunos de los temas que destilará en DKR hasta la perfección. Diversos puntos de vista, densísimas e innovadoras composiciones de página y superhéroes disfuncionales (si en DKR nos hallamos ante un batman alcohólico, insomne, en declive físico, adicto a la adrenalina, con tendencias suicidas y casi psicópata en su comportamiento, en EA los protagonistas son una ninja asesina, autista y probablemente loca y un agente federal corrupto y autodestructivo).

Y el dibujo de Bill, puede que sin dirección, pero protéico e incontenible. Como hecho a medida para Elektra.

Realmente se podían hacer otras cosas con el comic de superhéroes. Por ejemplo Elektra, una gran historia de violencia, conspiraciones, locura, sexo y sobre todo de amor. ¿Qué mas se puede pedir?

























2 comentarios:

Bruce dijo...

Interesantes comics. Lástima que no te animes a añadir más a la lista..

Rorschach dijo...

ya veremos, Bruce, ya veremos...