domingo, 16 de junio de 2013

The Unwritten. Meditaciones sobre la Ficción (II de XIX)

Moby Dick

Moby Dick es central en la iconografía de The Unwritten, principalmente por la identificación del Leviatán con la ballena. Tengase en cuenta que el leviatán de Carey/Gross no es el ortodoxo de Hobbes, ni siquiera (sólo) un monstruo de proporciones demasiado inmensas para ser aprehendido por la mente humana. Leviatán aquí es una (meta)criatura no sabemos si benevolente o indiferente, que se alimenta de historias y que representa el poder de la memoria colectiva. Aquí una tésis central de Unwritten: Que las historias son poderosas, que conforman la verdadera realidad y que son tanto más efectivas cuanta más gente las conoce o cree en ellas.

Sin embargo, Moby Dick tiene en The Unwritten entidad propia y no sólo metafórica. Se trata de una de las historias singulares que pueblan la geografía esotérica del mundo, uno de los arquetipos que atraen a Tommy Taylor como agujeros negros y etapas del camino iniciático por el que Taylor va entendiendo como funciona el mundo -o el mundo que su padre fabricó para él... Que el capitán Ahab tenga el rostro de Wilson Taylor sólo sorprende hasta que lo piensas un poco...

Llamadme Ismael. 

Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano.
Herman Melville, Moby-Dick, 1851

Mocha Dick

Cuando Herman Melville escribió Moby Dick, "Dick" no tenía un uso vulgar sino que era un diminutivo de Richard. Cuando la palabra "Dick" se utilizó para designar el miembro masculino no fue sino en los años sesenta. Así que lo siento pero no es que la cabeza de la ballena tenga forma de polla.

Hubo, parece ser un cachalote albino real que se enfrentó varias veces con distintos balleneros cerca de la isla de Mocha, en Chile. La ballena llevaba varios arpones clavados en la espalda. Probablemente Moby Dick es una deformación de Mocha Dick.

Huston y Peck

He oído decir a la gente que había leído Moby Dick cuando eran niños. Esto les define instantáneamente como mentirosos. Nadie que no tenga por lo menos quince años –y sea maduro para su edad– podría enfrentarse a esas páginas.
John Huston

John Huston estaba convencido que Moby Dick, en la mente del capitán del Pequod, no era otra cosa que un disfraz maligno de un Dios cruel y caprichoso. su interpretación cinematográfica (1956) de la novela, llevada al guión que escribió a pachas con Ray Bradbury es pues una historia sobre la venganza y la blasfemia.
  
Gregory Peck borda en la película de Huston una de sus interpretaciones más famosas. Aunque hay quien piensa que sobreactúa, mi opinión personal es que Ahab sólo admite un registro excesivo, shakespeareano. El otro candidato para la interpretación del capitán era Orson Welles, que finalmente hizo un papelito como predicador profético en Nantucket.

Starbucks

Pues sí, el nombre de la famosa cadena de cafés malos y caros proviene de Starbuck, el primer oficial del Pequod, un cuáquero de Nantucket, pensativo e intelectual. Starbuck tiene un rol muy de coro shakespeareano en la novela puesto que es el único de la tripulación al que le parece que buscar venganza de un animal es una gilipollez e intenta constantemente que Ahab desista de su empresa.


Queequeg

Negro, caníbal, arponero, de rostro tatuado y bárbaras costumbres. Fuma como un carretero, lleva siempre consigo un idolillo llamado Yojo y usa su arpón como cubierto y como cuchilla de afeitar.
Dice Ismael:
“Fumamos una pipa juntos, y una vez acabada, me manifestó que estábamos casados, lo cual en su país supongo que significaría que éramos amigos, porque otra interpretación no pensaba yo darle.”

Herman Melville, Moby-Dick, 1851

Piezas de a ocho

 Todos los vigías me habéis oído dar una orden acerca de una ballena blanca. Pues bien, ¡atención ahora! ¿Veis esta onza española de oro?
   E hizo relucir la moneda al sol.
   —Vale dieciséis dólares, muchachos. ¿La veis? Señor Stubbs, deme un martillo.
   El primer oficial fue a recogerlo, mientras el capitán, silencioso, frotaba la moneda como si quisiera sacarle más brillo. Stubbs le entregó el martillo y el capitán se acercó al palo mayor, lo alzó y exclamó con voz chillona:
   —Aquel de entre vosotros que descubra esa ballena que tiene tres agujeros en el cuerpo, aquel que la descubra, se llevará esta onza de oro, hijos míos.
   —¡Hurra! -gritaron los marineros, arrojando al aire sus sombreros mientras el capitán clavaba la moneda en el palo mayor.
   —He dicho una ballena blanca continuó el capitán tirando el martillo. Cien ojos, hijos míos. Tan pronto, como veáis una burbuja, ¡avisad! Porque os aseguro que ella nos está observando a nosotros en estos momentos.

Herman Melville, Moby-Dick, 1851

Por allí resopla

 Al verle cerniéndose por encima, medio suspendido en el aire, escudriñando el horizonte de modo tan loco y ansioso, se le habría creído un profeta o vidente observando las sombras del Hado, y anunciando su llegada con esos locos gritos. —¡Allí sopla ¡Allí, allí, allí!, ¡sopla, sopla! —¿Por dónde? —¡De través a sotavento, a unas dos millas! ¡Una manada de ellas! Al momento, todo fue conmoción. El cachalote sopla como el tictac de un reloj, con la misma uniformidad infalible y segura. Y por eso distinguen los balleneros este pez entre las diferentes tribus de su género.

 Herman Melville, Moby-Dick, 1851

La Espada Mística

-Herrero, una tarea para ti. Toma estos arpones y estas lanzas. Fundelos y hazme nuevos arpones que se claven profundo y que no se rompan. Pero no los temples con agua; deben tener un bautismo apropiado. ¿Qué me decís, hombres? Me daréis toda la sangre que se necesite para templar el acero? 
Herman Melville, Moby-Dick, 1851

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