domingo, 20 de mayo de 2012

Me equivoqué de película


Me sorprendí a mí mismo no disfrutando particularmente de Los Vengadores (excepción hecha de cuando miraba a mi embobadísimo hijo de 10 años, que no sabía si pedirse el Capitán América o Iron Man, pero que tenía muy claro que yo era sin lugar a dudas Hulk).

Aun me sorprendí más cuando comprobé que tanto al universo bienpensante como a la colonia friqui les había encantado, casi unánimemente.

Tras reflexión he entendido que yo iba a ver otra película. Seducido y engañado por la estética de Ultimates (hasta extremos tan literales como tener a Samuel L. Jackson encarnando al Coronel Nick Fury), pensaba que iba a ver una película posmoderna, que aprovecharía para actualizar el arquetipo y la vigencia de los superhéroes, realizando una traslación cultural del comic original desde 1963 hasta el mundo post 9/11, post-facebook y post-Lehman Brothers; una traslación cultural en la que los personajes, sus problemas, mentalidades y diálogos hubieran envejecido como los lectores originales.

Y no. La película es otra.  No en vano Disney compró Marvel. No hay política, no hay violencia más que de la de plástico, no hay sexo, no hay relaciones personales torturadas. No juega en la liga adulta, el argumento es blando. Hasta los efectos especiales son anodinos -sí, estado del arte, que en 2012 es mucho decir, pero nada especialmente especial.

Ni siquiera tiene el cinismo Stark de Iron Man, ni la ingenuidad cincuentera de Capitán América, ni la grandilocuencia épica y wagneriana de Thor. Se queda en un puro elemento de marketing tipo cross-selling, balndurrio sin impronta ni personalidad. Aunque haya roto taquillas, la Historia no la recordará.

Algún diálogo ingenioso (pocos), es casi lo único que se salva, y Robert Downey, Jr. haciendo lo suyo, que lo tiene ya muy perfeccionado.

Nada de lo que yo esperaba:

  • Nada de una historia de malos tratos entre el Hombre Gigante y la Avispa.
  • Nada de una disección feroz a la reacción de USA tras los atentados.
  • Nada de deleitarse en la brecha generacional entre el Capitán América y el siglo XXI.
  • Nada de un Hulk priápico y caníbal.
  • Nada de una oda patriótica y neoconservadora.
  • Ni Tony Stark rompiéndole una botella de champán en la cabeza a La Viuda Negra.
  • Ni un Thor que no se resuelve entre mesiánico y esquizofrénico.
  • Ni siquiera una historia de Skrulls nazis.

¡Qué gran película se ha perdido! Pero claro, probablemente habría sido menos comercial, así que en el fondo es lógico.

Así que me volví a casa a lamerme las heridas y releerme The Ultimates, y lo pasé mucho mejor. Tengo amigos que opinan que se trata de un tebeo fascista, derrotista y deconstruccionista que blasfema contra lo que realmente encarnan los superhéroes pero...


Si Jehová no me parece lo suficientemente sagrado como para no opinar, mucho menos voy a tener esa consideración con el Capitán América....